La Sal de la Tierra

Es tan triste ver como vivimos en estos días, como la iglesia adultera de tantas maneras y se le olvido el mandato de Dios, escuchar a su hijo Mateo 17 5 Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a El oíd. Como la iglesia se nubla la visión y pierde el rumbo y se deja llevar por la corriente del pecado, cuando Hebreos 12 nos habla de la siguiente manera: Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. 2 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Que paso? Donde quedo la iglesia que fue redimida, si Jesús no dijo que somo la luz del mundo, por que no iluminamos al mundo, la rectitud no es una opción cuando se es cristiano, es un deber! Si  bien todos fallamos y pecamos a cada paso, recordemos que abogado tenemos para con Dios Cristo nuestro salvador! 1Juan 2:1, debemos ser diferentes, somos la sal de la tierra, si la sal pierde su sabor no queda mas que botarla Mateo 5: 13 13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Recordemos que sin santidad nadie vera al Señor, por lo cual armados todos los días con la armadura de Dios, reforzada con una doble porción del Santo Espíritu de Dios, peleemos la buena batalla de la fe, hasta el final, terminemos la carrera, para cuando Cristo mismo con vos de mando y con trompeta de Dios suene la trompeta (1 Tesal. 4: 16,17) nos encuentre dignos de escapar de las terribles cosas que están profetizadas en el libro de Daniel, y en el Apocalipsis.

Lucas21: 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.